El libro es el resultado de una larga conversación (más de 50 horas) entre los dos maestros del cine, preparada sobre de un cuestionario de 500 preguntas.
Un libro fundamental no sólo para conocer al maestro Hitchcock, sino también para reflexionar sobre la esencia y los entresijos del cine y del lenguaje audiovisual.
Un libro fundamental no sólo para conocer al maestro Hitchcock, sino también para reflexionar sobre la esencia y los entresijos del cine y del lenguaje audiovisual.
Sólo un maestro del cine hablando de otro maestro, podía presentarnos con tanta lucidez y precisión las claves de la lectura y la escritura cinematográficas y, en definitiva, exponer con tanta sencillez la esencia y la sustancia del lenguaje visual.
Truffaut comienza su exposición haciendo una mención al tema por excelencia de las películas
del maestro del suspense: el miedo. Esto le sirve para ofrecer un rasgo del
carácter de Hitchcock y para elogiar todas
las facetas del proceso de producción y
ejecución fílmica que éste domina: dirección de actores, técnica, producción, etc. El
maestro es un miedoso y por ello, teme que falle algo en la película, no quiere
restricciones o limitaciones artísticas o fílmicas, así que pretende controlarlo
todo. Pero además, Hitchcock quiere
controlar al público y de ahí que lo aterrorice sacando a la luz sus terrores
infantiles y sentimientos más primarios.
El
suspense
es siempre el discurso narrativo con
el que Hitchcock construye sus
películas, que no es una forma menor de espectáculo, sino la forma más intensa
de dramatizar una narración fílmica
y esto lo hace con escenas
cotidianas en las que dota a las imágenes de una fuerza persuasiva evidente. Apenas
un gesto o una simple mirada de los actores nos indican que algo pasa y nos
conducen a un estado emocional tenso e incómodo.
Pero
no sólo cuentan el autor y su película, Truffaut
destaca la importancia que tiene el público para Hitchcock en donde estos 3
componentes: el director, su película y el público tienen la misma importancia, y el suspense
es la ligazón entre todos ellos. El
suspense hace que el espectador no aparte sus ojos de la pantalla.
Todo
el mundo está de acuerdo, incluso sus detractores, en que Hitchcock es el primer técnico del mundo, sin embargo, muchos le
niegan su faceta como creador. Truffaut desmiente
esta separación y afirma que Hitchcock combina
a la perfección fondo y forma en un
todo indisoluble. Elección de guiones, construcción y contenido están estrechamente
ligados a la técnica.
Y para corroborarlo, utiliza una cita de Rohmer y Chabrol que definen así el
cine del maestro “La forma aquí no adorna
el contenido, lo crea”.
El
cine exige dominar muchos aspectos distintos (dones) y a veces contradictorios,
por lo que los muy artistas suelen fracasar en la puesta en escena. Hitchcock conjuga
la narración de historias y el esteticismo, el espíritu analítico y el espíritu
sintético de forma simultánea y esto le permite que no existan fisuras entre la
planificación, el rodaje y el montaje.
Cada
plano es una información que se da
al público. Hitchcock no da
informaciones vagas e ilegibles, sino informaciones claras que, por su
sencillez, algunos califican de infantiles. Sin embargo, afirma Truffaut, Hitchcock
es el único cineasta capaz de filmar y hacernos perceptibles los pensamientos del los
personajes sin la ayuda de los diálogos.
Hitchcock es experto en captar la realidad humana en una escena utilizando el desfase entre la imagen y el diálogo
para filmar simultáneamente la situación evidente y la situación secreta (lo
esencial se desarrolla en este nivel, el nivel de los pensamientos de los
personajes). De esta forma, logra una eficacia dramática estrictamente visual que le
permite filmar directamente, sin diálogo
explicativo, relaciones muy sutiles entre los seres humanos y sentimientos
como la sospecha, los celos, el deseo, la envidia, etc. El maestro es capaz de
contarlo todo en una imagen y de contradecir con una imagen el texto de un
diálogo o de prescindir de la banda sonora. El cine de Hitchcock es, pues, pura imagen.
A
continuación, Truffaut habla sobre
los maestros del cine mudo: Griffith, Stroheim, Murnau y Lubitsch que
exploraron y desarrollaron los aspectos visuales del cine. Opina que desde la
invención del sonoro, sólo Orson Wells ha tenido un gran temperamento visual. En
el panorama de Hollywood en 1966 sólo salva a Howard Hawks, John Ford y Alfred
Hitchcock como herederos de los secretos de Griffith.
Siempre
ha existido una especie de línea divisoria entre cine de autor realizado por creadores como Renoir, Fellini,
Bergman, Buñuel o Godard, y cine de
directores que “ejecutan” películas con mayor o menor habilidad y
conocimientos técnicos. Se supone que estos últimos no introducen en sus westerns, comedias o dramas sus propias
ideas sobre la vida, la gente, el dinero, etc. y que son simples o grandes
técnicos ya que se especializan en hacer buenos guiones, en dirigir actores, o
conseguir lo máximo en un género determinado etc. Sin embargo, para Truffaut, Hitchcock
es el realizador más completo porque es un especialista en cada imagen, cada plano y cada escena. Y cada
imagen contiene en sí misma todos los elementos que componen el cine: el guión, el
montaje, la fotografía y el sonido. Mientras que al resto de directores,
el estilo se les reconoce en el film completo, a Hitchcock se le puede ver el estilo
contemplando sólo algunos minutos de cualquier de sus películas porque en este
corto espacio de tiempo ha plasmado en un puñado de imágenes, su sensibilidad a
través del encuadre, los planos y la puesta en escena, los personajes
y escenarios, los silencios (aspectos que tienen que ver
con la perspectiva del creador) y es capaz de sugerir atmósferas o de conducirnos de una emoción
a otra (aspectos que tienen que ver con la perspectiva del espectador, esto es,
Hitchcock es capaz de crear emociones
y significados para la audiencia).
Hitchcock es un director muy completo porque es capaz de
búsquedas (experimentar) y hallazgos
(ejecutar), tiene el sentido de lo
concreto y de lo abstracto, puede hacer un drama
intenso, y a veces emplea el humor más
fino. Su obra es comercial y experimental, universal y confidencial
a un tiempo
De
esta forma, Truffaut analiza filmes
como Psicosis, Con la muerte en los talones o Vértigo.
En todas ellas, Hitchcock combina el
lirismo, la calidad poética y la experimentación con una técnica muy depurada.
Todas estas obras han sido imitadas por innumerables cineastas, desde los más
dotados a los más mediocres, aunque a algunos no les guste reconocer las
influencias del maestro.
Escena de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958) interpretada por James Stewart y
Kim Novak.
A
Hitchcock se le ha criticado su
cinismo, la falta de sinceridad y gravedad y hasta la burla despiadada, pero
para Truffaut, el cinismo suele
ocultar en gran sentimentalismo (como en el caso de Eric von Stroheim) o un
simple pesimismo (caso de Hitchcock).
En esta introducción, François Truffaut
hace una defensa encendida del gran maestro del suspense que jamás ganó un
Óscar. La primera edición del libro El cine según Hitchcock, fue publicado en 1967 y es el
resultado de una entrevista de 50 horas de duración con 500 preguntas que Truffaut le hizo a Hitchcock en agosto de 1962. Constituye un apasionante diálogo
entre los dos creadores sobre la carrera y las obras cinematográficas de Hitchcock, los guiones y puesta en
escena, así como las condiciones y situaciones que rodearon a cada film. De este libro dijo Truffaut que no se consideraba autor,
sino tan sólo iniciador o, mejor aún, provocador porque, mientras que el cine
del maestro era admirado en Europa como la ejecución de un verdadero creador,
en EE.UU. -donde se desarrolló la mayor parte la carrera del director británico-
Hitchcock era considerado un hábil profesional
y un maestro en lo referente a la técnica fílmica, pero se ignoraba la
profundidad de su talento creativo, precisamente enmascarada por esa maestría
técnica excepcional. El libro de Truffaut
hizo variar la concepción que de Hitchcock
tenían hasta ese momento los críticos y gran parte del público norteamericanos.
Truffaut concluye afirmando que entre los dos tipos de
personas que categorizó Céline: los exhibicionistas y los mirones, Hitchcock pertenece a esta última
categoría, los mirones. Realmente, es como decir que Hitchcock es el cine mismo,
en esencia, la visión. Si Howard Hawks tenía dos pasiones al hacer Hatari, el cine y la caza, Hitchcock sólo tiene una única obsesión y una única moral, el cine.
Por
último, Truffaut coloca a Hitchcock a la misma altura que a Kafka, Dostoievsky y Poe, situando
el cine como arte en la misma categoría que la literatura. Son todos ellos creadores que nos ayudan a vivir y a
conocernos a nosotros mismos, un objetivo fundamental de toda obra de arte.
Así
pues, en esta pequeña introducción del cine de Hitchcock, otro gran creador, Françoise
Truffaut nos ha dado una pequeña gran lección de los códigos del cine
(visuales, sonoros y sintácticos), del relato audiovisual, del significado del
cine como técnica y, sobre todo, del cine como arte.
Grace Kelly y James Stewart en La ventana indiscreta (Hitchcock, 1954)
El
fotograma del maestro muestra la escenografía y caracterización de los
personajes, junto a una composición cuidada al milímetro y contenida de forma
magistral en un único cuadro con una espectacular profundidad de campo donde el
espacio dramático contiene tanto el espacio interior (la habitación con los
protagonistas) como el exterior (que muestra con detalle todos y cada uno de
los escenarios donde posteriormente se desarrollará la trama, así como los
personajes secundarios e incluso las actitudes de los mismos) todo ello
contenido en una misma y única imagen. No hay detalle que se le escape al
maestro en el espacio íntimo: la iluminación, los objetos elegidos y su
disposición en el espacio, los actores protagonistas y su ubicación, vestuario,
etc. El teleobjetivo por el que mira James Stewart nos conduce a los
espectadores a que miremos al espacio exterior y nos convirtamos, como el actor
protagonista, en mirones que fisgonean las vidas ajenas de los demás personajes
secundarios. Parece imposible la concentración de todos los personajes, todos
los escenarios, todo el tiempo narrativo y toda la acción en un solo fotograma,
pero Hitchcock lo consigue. Eso es
técnica y eso es expresividad a partes iguales y la suma de ambas da lugar a
una composición magistral que sólo tiene un calificativo: arte.
La
revista Vanity Fair
recreó en 2008 algunas de las más famosas escenas de las películas más
emblemáticas del gran maestro del suspense, en un reportaje fotográfico
titulado: “The 2008 Hollywood Portfolio: Hitchcock Classics”, con actores tan afamados como Robert
Downey Jr, Gwyneth
Paltrow, Naomi
Watts,
Scarlett Johansson o Javier Bardem entre otros muchos, en un trabajo de
ambientación y caracterización de las escenas más representativas del gran
director.
He
aquí la recreación del fotograma de La
Ventana indiscreta aparecido en Vanity
Fair:
Scarlett Johansson y Javier Bardem emulando La ventana indiscreta.
Fotografía: Norman
Jean Roy. 25 febrero 2008.
El
contraste entre estas dos imágenes es altamente significativo. A pesar de la
majestuosidad del vestuario de la actriz (Scarlett Johansson que reproduce otro
de los vestidos que utiliza Grace Kelly en otra escena de la película), no ha
logrado emular ni un ápice la puesta en escena del maestro.
Esto
demuestra que la escritura cinematográfica y el lenguaje visual del gran
maestro Hitchcock son casi imposibles
de lograr o imitar. En la obra de Hitchcock,
el espectador mira a alguien que mira con una cámara y ve lo que un tercero
mira a través de otra cámara. Eso es el cine y eso es made in Hitchcock.