domingo, 15 de febrero de 2009

El autor y la autoría en el mundo digital

"Se protegía la botella y no el vino."
John Perry Barlow: Vender vino sin botellas, 1998

“Darle a un texto un autor es imponerle a ese texto un límite, decorarlo con un significado final, cerrar el escrito."
Roland Barthes: La muerte del autor.

"Si te dan papel pautado, escribe por el otro lado".
E. E. Cummings.

Desde la aparición de la imprenta hasta nuestros días, el concepto de autor se fue afianzando hasta configurar la idea de lo que hoy entendemos por tal. El proceso de fijar el texto, considerar la necesidad de una sociedad alfabetizada, reconocer la soberanía del autor, favorecer la creación de un canon de obras literarias y el nacimiento de todos y cado uno de los profesionales del libro, fue un proceso lento que llevó varios siglos.

Sin embargo, el nacimiento del hipertexto y su acceso en red, han quebrado dos de los conceptos clave que llevaba aparejada la figura del autor: la fijación del texto y la pertenencia material del mismo, y ha tambaleado los cimientos de uno de los pilares básicos de la ciencia documental: el concepto de autoría.

La red permite no sólo leer los textos, sino también usarlos. Los documentos digitales se visualizan, se alteran con cortes o añadidos, se copian y reproducen, esto es, se reutilizan, se funden y recombinan con otros textos, y se guardan en su versión primigenia o en la modificada. Así pues, cuando un documento ha sido colgado en la red, la información se socializa y ya no es posible el control sobre su forma y contenido. Al contrario que un documento impreso, el documento digital es fácilmente manipulable, enlazable, transformable, transportable y se puede replicar indefinidamente. La reusabilidad del medio hipertextual ha suplantado a la reproductividad del medio mecánico. En palabras de Derrick de Kerckhove: "Pasamos, en estos momentos, de la era de la 'reproducción' a la de la 'segunda versión'". (KERCKHOVE, Derrick de. Inteligencias en conexión. Barcelona, Editorial Gedisa, 1999).

Por otro lado, el cambio de soporte material, esto es, el paso del papel a la pantalla y de un objeto físico único a un objeto "inmaterial" como son los flujos electrónicos conduce a una cuestión de difícil solución ¿quién es el propietario cuando se ha colgado un texto en la red y cualquier persona puede acceder a él? En el mundo analógico, elaborar un libro requería diversas y complejas tareas y la intervención de diferentes profesionales, desde el autor intelectual del contenido al librero que lo vendía, pasando por editores, maquetadores, impresores, encuadernadores, distribuidores, etc; pero la edición y la escritura digital pueden concentrar todas estas tareas en la misma persona. La relación autor-texto-lector puede ahora establecerse eliminando a todos los demás intermediarios si es el propio autor intelectual quien cuelga la obra en la red.

Como afirma John Perry Barlow en su artículo Vender vino sin botellas: "La franquicia se imponía en el preciso momento en que - la palabra se volvía carne - al abandonar la mente de su creador y penetrar en algún objeto físico ya fuera un libro o cualquier artilugio....Proteger la expresión física tenía a su favor la fuerza de la comodidad. El Copyright funcionaba bien porque a pesar de Gutenberg, era difícil hacer un libro. Falsificar o distribuir volúmenes falsificados, intervenir una obra, era muy fácil pillar a alguien.... De este modo los derechos de la invención y la autoría se vinculaban a actividades del mundo físico ...el valor estaba en la transmisión y no en el pensamiento...se protegía la botella y no el vino". (Barlow, John Perry. Vender vino sin botellas: La economía de la mente en la red global. En "El Paseante" # 27/28. Ed. Siruela, 1998).

Lo cierto es que lo que han tenido en cuenta hasta ahora los derechos de autor, no eran los contenidos en sí mismos, sino el continente, esto es, el soporte físico. El libro impreso, el CD de música o la cinta de vídeo eran los soportes tradicionales sobre los que se formalizaban y comercializan los contenidos de texto, audio o vídeo y sobre los que se grababan y gravaban los derechos de autor.

El hipertexto y el hipertexto por excelencia, la World Wide Web es un texto universal de expresión escrita colectiva, un texto abierto que crece a medida que los autores integran en la red sus propios textos y los enlazan en esa telaraña universal capaz de contener toda la producción textual humana. En la red, las fronteras de la propiedad se difuminan ya que cuando un autor cuelga su obra en la red, dicha información se socializa y cualquier usuario puede acceder a ella, copiarla y modificarla a su antojo. El plagio no es un problema nuevo, lo que ocurre es que con los medios digitales "cortar y pegar" se ha convertido en una tarea sencillísima, frente a la gran complejidad que suponía realizar esta labor con los medios impresos.

En la cultura clásica, antes del nacimiento del capitalismo, era corriente la utilización y recreación de textos ajenos y así se generaron e hicieron realidad los libros sagrados de todas las religiones, las obras de Homero y Sófocles... Shakespeare es uno de los autores más valorados y son perfectamente conocidos su plagios, Oscar Wilde regalaba historias para que otros las desarrollaran, James Joyce integraba en sus obras páginas y textos de otros autores y Borges, a lo largo e toda su obra, no dejó de jugar con los equívocos entre originales y plagios.

El escritor Bernardo Atxaga va más lejos afirmando que toda literatura es plagio e, incluso, en su Leccioncilla sobre el plagio, ofrece unas sencillas instrucciones para lograr un buen plagio entre las que se encuentran: "tomar un texto clásico que ya nadie lee; pasarlo a otro tiempo y otro lugar; cambiar los nombres propios y la persona del relato; y enmascarar la narración de tal manera que los perezosos periodistas, dedicados a una árida y obsoleta actividad, no lo reconozcan". (Atxaga, Bernardo. Lista de locos y otros alfabetos. Madrid, Siruela, ).

Sin llegar al extremo de aplicar el método de Atxaga, lo mejor en ciertos casos es echar mano de las citas y referencias (a pie de página y/o mediante el enlace correspondiente) pues este método permite cierta forma de reconocimiento hacia el autor de la idea primigenia. La inclusión de citas y referencias en el medio impreso ya vimos que era, precisamente, una de las formas precursoras del hipertexto antes de su materialización gracias a los nuevos medios informáticos. Lo que el hipertexto permitió fue, precisamente, llevar a la práctica la posibilidad de enlazar no sólo referencias y citas, sino también los textos mismos, y poder así no sólo situar la obra en contexto, sino ponerla en relación con otros textos y unir obras literarias distintas aunque se hallen separadas en el tiempo.
Para los seguidores de la idea del texto abierto como Barthes, las ideas de Foucault de analizar la obra en contexto y no analizar al autor, la transtextualidad de Gennete, las propuestas de novela polifónica de Bajtin y las ideas de otros muchos autores estructuralistas que han sido profusamente analizados por George Landow en relación al hipertexto y la crítica literaria, el hipertexto era, precisamente, la puesta en práctica de esta concepción metafórica del texto: una red de textos interconectados. Para todos estos pensadores, lo que importaba era el texto en sí mismo, y no el autor. De igual forma, en la sociedad de la información y el conocimiento, cabe preguntarse si lo importante es primar el derecho al acceso o primar los derechos de propiedad sobre la información y el conocimiento.

En la red prima el acceso frente a la propiedad y los esquemas del mundo impreso no sirven para el mundo digital, por eso cualquier intento de mantener las anteriores normas morales o legales sobre derechos de autor, edición y explotación se demuestran vanos, inadecuados, caducos y obsoletos. Lo cierto es que la red está plagada de "Pierre Menards" y otros tantos "Fernández de Avellaneda" al igual que ocurría antes y ocurre hoy en el medio impreso, pero también proliferan un gran número de "Jorges Luis Borges" y "Migueles de Cervantes" que de forma desinteresada ponen sus obras y sus conocimientos a disposición pública y que reniegan de las entidades de gestión por arrogarse derechos que no les corresponden. El enfrentamiento abierto a cara de perro entre los gestores de la industria cultural impresa y los usuarios de Internet que exigen la libre circulación de la información y la cultura se suele centrar no en la discusión sobre los derechos de autor de carácter moral, sino en los derechos de carácter patrimonial entre los que se engloban los derechos comerciales y el de nueva publicación.

Rafael Sánchez Ferlosio arremete así contra los propios escritores que defienden la legislación actual sobre los derechos de propiedad intelectual: "¿No saben los escritores que ellos no se deben a sí mismos y a sus propios intereses, como los industriales, sino al público y a los intereses públicos, que su deber no es el de ganar dinero, sino el de procurar que tenga la mayor difusión posible lo que han discurrido y han escrito por creerlo verdadero y digno de ser conocido por todos los demás? ¿No saben que ser escritor y ejercer la suprema libertad de determinar tú mismo la naturaleza, el sentido y el designio de tu propio trabajo es un privilegio del que no goza ni remotamente ningún otro trabajador pobre ni rico, comer tu pan en paz, sin la constante inquietud y sobresalto por el destino de sus inversiones en que viven los desdichados capitostes de la industria incluso cultural? ¿No saben que escribir no es trabajar? ¿Cómo pueden asociarse a los editores, cuyo tristísimo deber es el de ganar dinero, y cuya índole es, por tanto, la determinada por el interés privado, ellos, que más aún que los políticos, son hombres públicos por definición? ¿Que clase de contubernio es, pues, éste de la cooperativa CEDRO, donde se asocian aquellos cuyo interés fundamental no puede ser sino el de que lo que han escrito, por creerlo verdadero o beneficioso para todos, alcance el mayor grado de difusión posible, aunque tenga que ser a través de fotocopias que no les den un céntimo, con aquellos cuyo interés está en exprimir hasta la última perra chica lo que editan? No; en todo esto hay un grave malentendido y un error capital, o, mejor aún, capitalista".

Hasta el mundo de la ciencia se ha alzado en pie de guerra contra los editores de las publicaciones científicas y muchos académicos e investigadores, entre los que figura Tim Berners-Lee, inventor de la World Wide Web, piden al Consejo de Investigaciones del Reino Unido que todos los documentos de interés científico que hayan sido elaborados como consecuencia de investigaciones financiadas por fondos públicos, estén abiertos y a disposición de la comunidad científica a través de Internet.

En un gran número de países, incluida España, las legislaciones sobre derechos de autor están actualmente en período de modificación y los intereses de los antiguos mercaderes de la cultura se intentan mantener frente a la emergencia de una nueva cultura nacida al albor del mundo digital y de Internet.

Los dos tratados internacionales de la OMPI/WIPO, esto es, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual el Tratado sobre Derechos de Autor (TDA/WCT) y el Tratado sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas (WPPT) se han mostrado inaplicables para el mundo Internet y han criminalizado muchos de los usos de la red. Y lo mismo ha ocurrido con otros tratados derivados de estas leyes internacionales, como la DMCA (The Digital Millenium Copyright Act de 1998) para Estados Unidos o la Directiva Europea sobre Derechos de Autor (EUCD) de 2001 aplicable a los países de la Unión Europea.

En el caso de España, para adaptarse a Internet se aprobó en el año 2002, la Ley 34/2002 o Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSI) y en 2006, con el fin de transponer también la Directiva Europea, se ha reformado la Ley de Propiedad Intelectual de 1996 (puede consultase la modificación en el Boletín del Congreso: http://www.boe.es/boe/dias/2006/07/08/pdfs/A25561-25572.pdf). La Ley española cuyo nombre denota ya ciertas intenciones, pues mejor debiera llamarse Ley de Protección Intelectual, otorgaba ya excesivos derechos a las entidades de gestión en lugar de a los autores en la versión anterior de 1996, pero la modificación de 2006 amplía estos derechos a las entidades de explotación en el mundo Internet.

En cuanto a la Directiva sobre patentes de software de la Unión Europea, la legislación actual europea prohíbe patentar software y algoritmos porque prohíbe patentar una idea o registrar el copyright de una idea. Sólo se pueden registrar métodos o mecanismos, no ideas. Sin embargo, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea ya existen patentes de software, aunque no se las denomina así. El concepto de patente es distinto al de copyright y ambos están regulados de forma distinta. La patente es el monopolio sobre una invención y está regulado por la legislación industrial, mientras que el copyright regula el derecho de copia o reproducción de objetos.

El copyright es el derecho de reproducción o copia de un texto, fonograma, imagen o programa de ordenador, y su resultado es un objeto (o texto, o fonograma, etc.) duplicado del original. Si un libro está protegido por copyright, se pueden repetir las ideas del mismo, pero no se puede reproducir el libro entero ni tampoco partes de él, a menos que la editorial lo autorice de forma expresa. Este derecho surgió dentro de la legislación mercantil para proteger a unos editores frente a otros, pero nunca se entendió como un medio de restringir el uso del libro y su difusión intelectual a la sociedad.

Junto al copyrigth y dentro del ámbito informático de los defensores del código abierto, surgió el concepto de copyleft. El copyleft nace con una intención social y con la idea de proteger la libre circulación del código informático y del conocimiento que encierra para que otras personas puedan continuar el proceso de mejorar o ampliar un trabajo. Se basa en usar la legislación existente sobre copyright para proteger la libertad de copia, modificación y redistribución (incluso la venta), en lugar de restringirlas. No se trata, pues, de una medida anticopyright, pues el anticopy no protege el uso libre, dado que puede apropiárselo cualquiera.

Mediante el copyleft, el autor concede todos los derechos que él posee sobre su obra al resto de las personas con la única condición es que cualquier trabajo derivado de la misma deba mantener estas mismas libertades. De esta forma se asegura que lo que es libre nunca deje de serlo. Que el software sea libre no significa que tenga una licencia copyleft pues puede haber software libre que no se pueda copiar o modificar, lo que es libre es su uso. Por el contrario, el copyleft obliga a que cualquier trabajo derivado de una obra que desee distribuirse, deba hacerse en las misma condiciones, esto es, las obras derivadas deben llevar el mismo tipo de licencia que la obra de la que derivan. El copyleft describe un grupo de licencias que se aplican en diversos ámbitos.

La plasmación del copyright en el sector del software libre se realiza a través de la General Public License (GPL) o Licencia Pública General y este método se ha utilizado en numerosa documentación técnica (manuales, libros técnicos, etc.) a través de la licencia GNU- Free Document License (GFDL) o Licencia de Documentación Libre GNU. Muchos han querido aplicar este mismo concepto a todo el ámbito de la creación en general, ya sean libros, música, etc. Sin embargo, lo que puede valer para el sector del software, puede no servir para otros ámbitos. Por ejemplo, la modificación de un ensayo o cualquier otra obra de opinión o expresión personal no tiene sentido, mientras que la modificación de un programa de ordenador puede servir para mejorar y perfeccionar una aplicación o para adaptarla a unas necesidades concretas.

En el caso del sector editorial, la plasmación del copyleft se realiza a través de las licencias Creative Commons. Según reza la propia explicación de esta licencia en la web: http://es.creativecommons.org/licencia/, poner una obra bajo la licencia Creative Commons no significa que no tenga copyright. Este tipo de licencias ofrecen algunos derechos a terceras personas bajo ciertas condiciones. Así pues, permiten cierta flexibilidad en la elección y no sólo el tradicional "Todos los derechos reservados" o "Ningún derecho reservado" en que se basa el copyrigth. Con las siguientes 4 condiciones combinadas, se puede escoger un total de 6 licencias Creative Commons:


  • Reconocimiento (Attribution): El material creado por un artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceras personas si se muestra en los créditos.

  • No Comercial (Non commercial): El material original y los trabajos derivados pueden ser distribuidos, copiados y exhibidos mientras su uso no sea comercial.

  • Sin Obra Derivada (No Derivate Works): El material creado por un artista puede ser distribuido, copiado y exhibido pero no se puede utilizar para crear un trabajo derivado del original.

  • Compartir Igual (Share alike): El material creado por un artista puede ser modificado y distribuido pero bajo la misma licencia que el material original.

Mientras que el resto de licencias relativas al copyright suelen ser "prohibitivas" puesto que establecen la prohibición de copiar, distribuir, difundir o transformar; las licencia Creative Commons, por el contrario, establecen permisos: permisos para copiar, distribuir, difundir, exhibir, transformar o compartir. De esta forma, se establece la co-propiedad del lector/usuario y se reconocen, en todos los casos, los derechos morales del autor ya que la condición de reconocimiento o atribución está presente en las 6 modalidades de licencias posibles.

El colectivo Elástico ha creado un proyecto denominado Copyfight (http://www.elastico.net/copyfight/) que pretende fomentar el debate sobre las diferentes licencias que reformulan la noción de propiedad intelectual hoy existente, ya que los nuevos medios de edición y distribución digital ofrecen la oportunidad de que los autores tengan un control más directo sobre su propia producción que la que ha imperado en los últimos 300 años en el medio impreso. De esta forma, Copyfight funcionaría como un infraestructura para ayudar a los autores a escoger la licencia que más se adapte a sus gustos e intereses personales y profesionales.

También existen otra serie de licencias Creative Commons relativas al Dominio Público, adaptadas a la legislación de cada país, Copyright de los Fundadores, Sampling para audio y vídeo o fragmentos de estos, CC-GNU- GPL, CC-GNU-LGPL o wikis. Además, recomiendan publicar en ciertos lugares que trabajan con licencias de Creative Commons y donde es posible publicar obras si no se tiene un espacio web propio, como:

Pero además de estas licencias, en la red existen otros modos de afianzar la autoría intelectual y la integridad de una obra. Por un lado contamos con elementos normalizados internacionalmente que permiten la localización del documento o recurso por medio de referencias que van desde el sistema más común utilizado: el Uniform Resource Locator (URL), a otros más sofisticados como el Uniform Resource Identificier (URI) o el Persistent Uniform Resource Locator (PURL), y por otro, se pueden utilizar los tradicionales ISBN, ISSN y demás números normalizados de la misma familia que sirven tanto para obras impresas como para publicaciones online; pero además, se han desarrollado una serie de nuevos identificadores de obras o recursos concretos como el Digital Object Identifier DOI promovido por un grupo de editores para identificar objetos digitales, el Serial Item Contribution Identifier SICI para identificar publicaciones periódicas, el Book Item and Contribution Identifier (BICI) o el Publisher's Item Identifier (PII) para identificar editores.

Estos últimos identificadores se asemejan a los códigos numéricos de identificación existentes para el mundo impreso, como el International Standard Book Number (ISBN) o Número Internacional Normalizado de Libros, o el International Standard Serial Number (ISSN) o Número Internacional Normalizado de Publicaciones Periódicas que también funciona para las revistas presentes en la red. Pero las confrontaciones entre el mundo impreso y el mundo digital están a la orden del día. No han existido problemas al respecto cuando se solicita un ISSN para una revista en la red, pero sí se han presentado objeciones en el caso de los blogs. Ante la negativa de la Administración española para otorgar un número de ISSN a los blogs de Internet, nace el 2 de febrero de 2006 y, al margen de los organismos responsables, el International Blog Serial Number (IBSN), esto es, el Número Internacional Normalizado para los Blogs que, al igual que el ISBN consta de 10 cifras y sirve para identificar los cuadernos de bitácora presentes en la red.

La idea de crear un número paralelo para identificar los blogs, partió de la comunidad hispana, en concreto, de Fernando Tricas García quien creó el blog IBSN (http://ibsn.blogia.com/) que ofrecía información sobre el tema. Sin embargo, la solicitud del International Blog Serial Number (IBSN) se realiza en http://ibsn.org/ y existe un wiki gestionado por Antonio Tausiet donde se ofrece información para el registro: http://ibsn.wiki.mailxmail.com/ Así pues, el proyecto IBSN es no sólo una muestra de la incompetencia de las autoridades culturales internacionales y nacionales en materia del libro y bibliotecas que siguen anclados en el mundo impreso y no son capaces de adaptarse no ya al futuro, sino al presente, sino que es también una muestra del trabajo colaborativo en la red y de las respuestas rápidas que ofrece a los retos del presente pues, además de las personas citadas anteriormente que han participado en las actividades de registro, gestión, etc. han colaborado otras muchas creando y generando el código de barras, el conversor de texto a IBSN o el script para mantener la lista de los blogs registrados.

Otra iniciativa similar al IBSN es el proyecto de Numly Numbers que creó el Electronic Serial Number (ESNs) (http://numly.com/esbn/default.asp) para contenido digital y media. Este identificador consta de 19 cifras.

En realidad, la figura del editor viene a ser, en el medio digital, la del propietario del sitio web donde se alberga el documento o recurso en cuestión, y cuando es el mismo autor el que se publica en la Web, debería tener los mismos derechos que el anterior. La razón esgrimida por el Centro Nacional Español del ISSN dependiente de la Biblioteca Nacional, al igual que otras negativas similares procedentes del Centro Internacional del ISSN para conceder el ISSN a los blogs, es la tipología de estas publicaciones, su carácter efímero y por ser, esencialmente, páginas personales. Sin embargo, el ISSN se concede antes de su publicación y muchas publicaciones periódicas impresas cierran tras editar uno o dos números. Vemos que los usuarios van por delante, incluso, de las instituciones normalizadoras en el mundo de la biblioteconomía y documentación que todavía no logran o no quieren "adaptarse" al mundo digital y a la red.

El hipertexto es una forma de escritura que potencia la producción y creación textual. En la denominada Web 2.0 se vuelve a poner de actualidad la cultura escrita, durante mucho tiempo solapada por la cultura del audiovisual. No hay más que comprobar la proliferación de esa nueva forma de escritura que son los blogs. Y resulta curioso y paradójico que este medio nuevo, que potencia la participación y la colaboración sea, a su vez, una de las mayores muestras del "ego" que siempre ha acompañado a la figura del autor. Los blogs son diario íntimo y personal, a la vez que escritura pública, expresión de ideas y opiniones para el ágora electrónica.

En el mundo digital existen ciertos formatos que permiten mantener la integridad de la obra en mayor medida que otros, este es el caso de los documentos en formato PDF, puesto que se muestran en pantalla cerrados e inmodificables y con la misma forma con el que están preparados para la impresión. Por eso el formato PDF es la opción elegida por muchos autores y editores. Además, lo corriente es que los usuarios cuenten con un programa lector tipo Adobe Reader de descarga gratuita, pero no es muy común que posean un programa para modificar PDF. Aunque, por supuesto, tal modificación puede producirse por el mero hecho de copiar y pegar en cualquier procesador de textos y así transformar el texto original, si es que el documento no está protegido.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por mantener la obra íntegra, la conectividad del hipertexto parece romper las fronteras mismas del texto. La navegación que permite al usuario elegir sus propios caminos de lectura y la posibilidad de que una obra sea enlazada en un contexto diferente para el que fue creado, hace que sea el lector y no el autor, quien verdaderamente tenga el control sobre el texto.

En Del hipertexto al hipermedia, Carles Tomas i Puig habla de descentralización de la autoría. "El medio de comunicación interactivo de red no acepta una única voz dictatorial materializada en una obra inmodificable, sino que potencia el diálogo entre los actores de los procesos comunicativos, como consecuencia del carácter abierto y plural de su lenguaje y de su estructura. La mayoría de productos culturales incluyen nociones de propiedad y unicidad del creador que el hipermedia hace insostenibles". (Tomas y Puig, Carles. Del hipertexto a la hipermedia: Una aproximación al desarrollo de las obras abiertas. Formats, núm. 2, 1999. http://www.iua.upf.es/formats/formats2/tom_e.htm).

Para este autor, el usuario de un sistema multimediático o hipermediático puede realizar 3 tipos de aportaciones en relación a la construcción particular y colectiva de conocimiento:

  • colaborar con el autor
  • aportar conjuntamente con otros usuarios informaciones susceptibles de ser incluidas en la obra
  • constituirse en instancia emisora

En último término, es el usuario quien construye el texto y, si además se incluyen otras herramientas interactivas aparte de la mera navegación, hablamos de una autoría múltiple.

El hipertexto, por sus características estructurales, es una herramienta de gran potencia para el trabajo colaborativo. Una de estas características es que el hipertexto es un texto abierto a la interacción entre el autor y el lector. Usando una serie de herramientas y servicios de Internet (tales como el correo electrónico, los chats, los formularios de preguntas y respuestas, los grupos de discusión, foros de debate, etc.) es posible mantener una comunicación activa entre ambos. Asimismo, estas interacciones se pueden producir al interior de un grupo de trabajo, entre profesor y alumnado, entre los propios alumnos, etc. Pero también existen nuevos formatos que son, en sí mismos, herramientas para la autoría múltiple. Es el caso no sólo de los blogs, sino de wikis, etiquetado social, etc. e incluso de medios tradicionales como los periódicos, que ya no se conciben sin una función nueva añadida: dar voz a los lectores. Las tradicionales cartas al director con una sección muy reducida en los medios impresos, crecen exponencialmente en el medio digital y a estos se añaden otras herramientas de participación como foros de debate sobre temas concretos, encuestas de opinión, comentarios al hilo de la información, etc.

Además, esta forma de escritura anima a la participación, a que los lectores se conviertan a su vez en escritores. Los usuarios de la Web 2.0 no son lectores, sino escritores. Se produce así, en el mismo acto de comunicación, un paso de lo oral a lo escrito. La explosión en el uso de los teléfonos móviles ha sorprendido a más de uno ya que la conversación, sobre todo en el caso de lo jóvenes, ha sido sustituida por la escritura de mensajes SMS. Y esto se ha producido en un medio como el teléfono que ha sido, hasta ahora, el medio por excelencia para la comunicación oral.

Al margen de cuestiones lingüísticas relativas a estas nuevas formas de escritura, muy criticadas por los guardianes del lenguaje, lo cierto es que el hipertexto ha dado un vuelco al canal tradicional de comunicación e información y que el medio escrito está suplantando al medio oral. La naciente televisión digital terrestre es una clara muestra de ello y hoy podemos navegar por los (hiper)textos de información de los canales y de la programación, al igual que existen pantallas de información escrita en las paradas de autobuses, aeropuertos, entidades bancarias, hospitales, etc. E, incluso, se sobreimprime información escrita debajo de las imágenes de los telediarios. El hipertexto es, básicamente, información textual escrita. Si en los últimos 50 años la radio y la televisión han sido las reinas del universo informativo, hoy Internet les está ganando terreno. El texto sobre pantalla está ganando terreno al audiovisual.

Por otro lado, la posibilidad de que un autor pueda crear y editar su propia obra da rienda suelta a la creatividad. Si con el texto impreso los autores ya jugaron con las formas y las posibilidades limitadas de lectura que poseía el texto impreso (es el caso de Apollinaire, Julio Cortázar, Italo Calvino, Raymond Queneau, etc.), la escritura digital permite jugar mucho más con la lectura y con la expresión formal. La naturaleza misma de la información digital y las posibilidades del medio hipertextual han dado lugar a una literatura experimental y artística dentro de la red. Ejemplos de ello son la hiperficción o narrativa hipertextual, la poesía visual y el arte digital, todas ellas posibles gracias a características nuevas que introduce el hipertexto como la digitalidad, la multimedialidad, la interactividad, el dinamismo, la multisecuencialidad, la posibilidad de generar nuevas estructuras, la confluencia de la imagen, el texto, el sonido, el movimiento o la tridimensionalidad, etc.

Y, junto a la belleza de la creación artística, también surgen la "belleza" y la "funcionalidad" tecnológicas, esto es, el arte del diseño web, y el arte de la usabilidad. Si en la edición tradicional, en cada etapa del desarrollo de un libro o documento suelen intervenir varias personas que desempeñan un rol particular en las distintas versiones de actualización y control y que se pueden agrupar en dos grandes sectores: aquellos cuya función tiene que ver con la autoría del contenido intelectual del mismo y aquellos cuya función se refiere a las formas de presentación de dicho contenido, en la edición en línea estas dos labores se amplifican y cobra mucha importancia este segundo aspecto. Diseñar una web precisa no sólo estructurar el conocimiento y la información, sino también realizar el diseño gráfico de las páginas, diseñar su usabilidad, accesibilidad e interacción y realizar otras muchas tareas de programación.

En la edición tradicional contamos con el autor propiamente dicho, que es quien crea el contenido del documento; con el corrector que es quien modifica las cuestiones de estilo y los aspectos gramaticales del documento, pero no el contenido; con el editor que comprueba el documento y puede realizar cambios relacionados con la línea editorial del mismo; y con el impresor que funde texto e ilustraciones para dar la forma final al documento y prepararlo para la salida a imprenta o para la publicación online. En este último caso, a las figuras anteriores se sumarán una serie de formas de autoría y funciones nuevas que tienen que ver con el diseño, la presentación y el mantenimiento de la web (diseñador web, gestor web, webmaster coordinador, etc.), pero también aparecen una serie de funciones de carácter más técnico, que tienen que ver con el establecimiento de utilidades y rutinas informáticas que aporten alguna funcionalidad o servicios determinados en los documentos en línea, como pueden ser las bases de datos integradas, los servicios de pago on line, el establecimiento de foros de discusión en línea, la posibilidad de descargar archivos desde el sitio web, el establecimiento de contraseñas para el acceso a los documentos, el diseño de formularios en línea para la suscripción o el pago de servicios, la autentificación o certificación de que la información contenida corresponde a una organización determinada, etc. Aquí hacen su entrada los diseñadores y gestores de bases de datos y otras funciones relacionadas con la accesibilidad, el acceso compartido, la seguridad del sitio web, etc. Pero también existen funciones nuevas que tienen que ver con el análisis del contenido previo a su publicación, como son la estructuración y el marcado del documento mediante metadatos, el uso de tesauros para establecer descriptores y palabras clave, el conocimiento y establecimiento de normas y estándares que posibiliten la recuperación posterior del documento y de la información, etc. Y también otras funciones que deben realizarse después de la publicación del documento, como son darse de alta en los principales índices y buscadores de Internet para que las páginas web y la información en ellas contenida sean indizadas correctamente, difundir la existencia de la web por otros medios, etc. Estas últimas funciones entran de lleno en el campo de los trabajos técnicos de la ciencia documental.

Así pues, el diseño de un documento web, puede oscilar desde una labor sumamente simple como es elaborar un página web sencilla y colgarla en la red, operación que puede ser llevada a cabo por el propio autor; hasta llegar a convertirse en un proceso enormemente complejo en el que intervienen y colaboran un enorme número de personas y grupos de trabajo con una gran variedad de labores técnicas de muy diverso signo.

Lo que es cierto es que la digitalidad y el hipertexto brindan, por primera vez, la oportunidad material de que cualquiera se convierta en autor y pueda difundir su obra ante una ingente y potencial comunidad de lectores. Otra cosa bien diferente es la materialización económica, cultural y social de tal oportunidad. Y que también el hipertexto da paso no sólo a nuevas formas de autoría individual, sino también a nuevas modalidades de autoría colectiva tales como la autoría múltiple y la autoría colaborativa. Además, gracias al hipertexto, la relación entre autor y lector que hasta ahora se había configurado como un proceso lineal y unívoco: autor - texto - lector, se convierte en un proceso multidireccional que se puede resumir como: autor ↔ (hiper)texto ↔ lector. En este nuevo proceso informativo-comunicativo donde prima el acceso al texto, los papeles de autor/ lector se intercambian de tal forma que llegan a difuminarse y el papel del texto cobra una especial relevancia llegando a convertirse en el principal protagonista del proceso.

María Jesús Lamarca.

NOTA. Este artículo ha sido extraído de mi tesis doctoral defendida en la Universidad Complutense de Madrid: Lamarca Lapuente, María Jesús. Hipertexto, el nuevo concepto de documento en la cultura de la imagen. Madrid, 2006.

lunes, 2 de febrero de 2009

Del lector al usuario. La lectura hipertextual

"Pero cuando estaba leyendo, sus ojos se deslizaban sobre las páginas y su corazón buscaba el sentido, mas su voz y su lengua estaban mudas. Vinieron visitantes para observar este prodigio".

San Agustín viendo leer a San Ambrosio.

"Nunca ninguna dictadura ha impedido ver y, sin embargo, todas han prohibido mirar".

Josep M. Català Domènech. "La rebelión de la mirada".

De la misma forma en que San Agustín quedó maravillado al ver a San Ambrosio leyendo en voz baja mientras sus ojos "se deslizaban" sobre las páginas, hace apenas un lustro nadie pensó que "deslizar" la vista sobre las pantallas se convirtiera en un acto tan natural y cotidiano como ha llegado a ser hoy navegar por la información y por las páginas del hipertexto. El soporte libro tenía asegurada su continuidad pues, como afirmaban muchos teóricos y defensores de la letra impresa, el libro seguiría siendo el soporte primordial para la lectura reflexiva y pausada, mientras que la lectura en pantalla sólo conducía a una lectura fragmentaria, al salto de una porción de texto a otra sin un hilo discursivo coherente y sin una continuidad lógica aparente. La lectura, emancipada de un autor que había sido hasta ahora el verdadero motor, guía y conductor del texto, sumía ahora al lector en el desconcierto, la pérdida de orientación, el desbordamiento cognitivo, etc.

Nada más lejos de la realidad actual, si bien el libro sigue siendo el soporte por excelencia para tratar cierto tipo de temas como las obras de ficción y novelas de entretenimiento, el hipertexto se ha convertido en el soporte primordial no sólo de las llamadas obras-herramienta (diccionarios, manuales técnicos, enciclopedias, etc.) sino también de las monografías y artículos científicos, ensayos, etc. La causa de que el libro impreso siga siendo, por ahora, el soporte primordial de novelas y demás obras de ficción y entretenimiento es, en primer término, su portabilidad.

Este tipo de lecturas se llevan a cabo en ambientes distendidos en los que no se precisa mucha concentración y son el complemento ideal para leer repantigados en nuestro sofá favorito, completar una jornada leyendo unas páginas antes de irse a la cama, disfrutar con la lectura tumbados en la hierba o bajo una sombrilla en la playa, sentados en un café o aprovechando el tiempo muerto que pasamos diariamente en los transportes públicos, etc. Sin embargo, la lectura reflexiva requiere de un ambiente silencioso y adecuado para la concentración, y suele hacerse en la sala de estudio donde la presencia de un ordenador se ha convertido en una herramienta imprescindible tanto para el ocio, como para el trabajo.

Es más, si las bibliotecas eran los templos del saber pues en ellas se contenía toda la información que precisábamos, ahora es la World Wide Web la depositaria de todo ese conocimiento y desde nuestra propia sala de estudio, a través de la pantalla, podemos acceder a toda la información que precisamos con un clic de ratón y sin intermediarios. El temido síndrome de "perdidos en el ciberespacio" que utilizaban los primeros teóricos del hipertexto ha sido solventado no sólo por el desarrollo de índices y directorios, motores de búsqueda y otras herramientas de navegación, exploración y búsqueda que facilitan el acceso y la recuperación de documentos en la red o por el desarrollo y la puesta en práctica de nuevos lenguajes semánticos, la aplicación de técnicas de indización y clasificación, etc. para los documentos de la Web; sino por un mayor conocimiento del medio por parte de autores, lectores y usuarios.

El hipertexto se convierte, pues, en el lugar y el espacio idóneos no sólo para la obtención de información, para el entretenimiento, la comunicación y el ocio, sino también para la lectura reflexiva y para el aprendizaje. Y es el lector el que construye el texto a su medida conectando, en el acto de lectura, todos los textos o fragmentos de texto que sean de su interés, sin que tenga demasiada importancia quién es el verdadero autor de toda esa información disponible al alcance de la mano y si dicha información, en origen, constituye o no un texto cerrado. La lectura se convierte, pues, en un proceso proactivo, reflexivo y dinámico en el que el lector actúa y toma decisiones por sí mismo. Esto es, el lector pasivo del texto impreso, se convierte a la fuerza, en el hipertexto, en un lector activo obligado a tomar el control de "su lectura" mediante la adopción de decisiones constantes. Y en un lector que "usa" cualquier información accesible según sus necesidades e intereses. De ahí la conversión del lector en usuario.

El navegante, que tiene ante sí una multiplicidad de posibilidades de lectura distintas, tiene que decidir por sí mismo qué camino tomar y puede elegir distintas vías de forma simultánea. Aunque en el acto de lectura mismo se sigue una linealidad temporal, el hipertexto posee una multisecuencialidad espacial, esto es, se pueden desplegar múltiples ventanas ante la vista, frente a los límites y linealidades espaciales y temporales que imponía el texto impreso.

En el hipertexto, el lector no alfabetizado en este nuevo contexto tecnológico puede realmente ser ese huérfano perdido en el ciberespacio que preconizaban los primeros teóricos del hipertexto, pero quien conoce el medio y toma las riendas de lectura eligiendo su propia senda, no es en realidad un huérfano, sino que se convierte en una figura hasta ahora inusitada: un lector independizado por completo del autor y un lector independizado del texto cerrado. Cualquier acto de lectura se convierte, de esta forma, en un proceso individualizado y leer un hipertexto por parte de uno u otro usuario constituye una forma única y diferenciada de lectura. Y, al igual que en el mundo analógico depende de las habilidades del lector que la lectura se convierta en un acto superfluo o en un acto reflexivo, la lectura hipertextual exige, por principio, un lector más activo que no se deja guiar únicamente por lo que marca un autor o por la disposición de un texto, sino que está obligado a tomar decisiones a cada instante.

El hipertexto convierte al lector en usuario pues es el lector quien usa el texto a su antojo eligiendo qué leer, cómo ampliar la información, cómo desechar los fragmentos que no son de su interés y cómo saltar de un fragmento de información a otro. Los enlaces son puentes de lectura entre unos textos y otros, una información y otra, un recurso y otro diferente; un documento, un autor y su referencia, etc. y así el usuario puede construir su propio texto, saltándose los pasajes, ampliándolos con las referencias y asociaciones pertinentes, recombinando textos, buscando otros contextos y apariciones, etc.

Toda lectura es un acto individual y también es un proceso que se lleva a cabo, necesariamente, en el tiempo y en el espacio. Hasta ahora, la linealidad del texto venía impuesta por los contornos de la página impresa, pero el espacio hipertextual permite romper esos contornos. La lectura adquiere nuevas dimensiones pues se puede optar por un barrido visual y una exploración superficial hasta centrar la atención en un punto concreto y sumergirse en una lectura reflexiva y pausada. No es lo mismo el zapeado de páginas, la lectura de titulares o la búsqueda directa, que la exploración detenida de un espacio hipertextual. Depende de los deseos del lector detenerse en un punto concreto de la información y sumergirse en una lectura más profunda o ampliar la información en otros puntos externos de la red. Así pues, el hipertexto no conduce, necesariamente, a una lectura superficial ya que el hipertexto posibilita varios modos de lectura, sino que es la intención del lector la que conduce a un tipo u otro de lectura.

No es lo mismo ver que mirar y un lector consciente y reflexivo debe tomar el control sobre lo que está viendo, esto es, debe mirar y construirse una mirada. Como afirma Josep M. Català Domènech en La rebelión de la mirada: "Un animal podrá seguir con la mirada la trayectoria de un elemento interesante, podrá incluso sortear con todo su cuerpo en movimiento un obstáculo que se interpone entre él y el centro de interés, como puede ser por ejemplo otro animal al que está persiguiendo, pero nunca lo hará sólo para seguir viendo. El movimiento que un animal puede ejecutar con el cuerpo o parte del mismo para dejar un objeto fuera del campo de su visión con el fin de seguir viendo aquello que atrae su interés no es una verdadera mirada, sino la prolongación de un acto corporal en el mismo sentido: no es la vista la que se emplea sobre el mundo, sino todo el animal con la vista, y otros sentidos, al frente. La vista responde en este caso a necesidades del cuerpo globalmente considerado y por tanto acepta los campos de visión tal como se presentan: son las características de los mismos los que determinan el interés de la visión y no a la inversa, como sucede con la mirada humana. De ahí que no pueda darse en los animales la dicotomía entre una visibilidad dada y una visibilidad construida, como se da en el ser humano. Los obstáculos, en el animal, no lo son nunca para la vista, sino para el cuerpo en su totalidad. De ahí la originalidad que supone un gesto como el de colocar algo ante los ojos para exponerlo expresamente a la inspección de la vista, un gesto que hace que ésta, de elemento de supervivencia pase a ser agente de conocimiento. El gesto, adscrito a la mirada, de colocar un objeto ante los ojos debe anteceder forzosamente, pues, al de la propia escritura, que así se muestra en parte subsidiaria del mismo. Antes de que la mano procediera a inscribir un lenguaje visible sobre una superficie, es decir, antes de que pasara a objetivar los procesos reflexivos, se produjo la conversión de la vista en mirada, un proceso que suponía asimismo la delimitación de un campo visual susceptible de ser inspeccionado visualmente y de constituirse, por lo tanto, en receptáculo de los signos que expresan el pensamiento". (Català Domènech, M. "La rebelión de la mirada. Introducción a una fenomenología de la interfaz". Formats 3. Revista de Comunicació Audiovisual, 2001. http://www.iua.upf.es/formats/formats3/cat_e.htm)

Navegar por la información es una dimensión nueva. El hipertexto permite tanto la tradicional lectura secuencial, como la búsqueda directa mediante consultas. Entre estas dos opciones, la navegación se presenta como un paso intermedio entre dos formas de lectura. Además, el hipertexto constituye un formato abierto de acceso a la lectura, pues el lector puede elegir de forma consciente o aleatoria comenzar por un punto cualquiera del texto y seguir diferentes caminos o lecturas a través de la textura de la información y de acuerdo con sus intereses. Así pues, desde el punto de vista del lector, el hipertexto no tiene un comienzo, un medio y un final como sí poseía un libro en el cual el desarrollo de lectura venía claramente definido. En esto se diferencia del texto impreso ya que en el hipertexto no es el autor quien controla el texto, sino que es el lector quien toma las riendas.

Navegar y buscar información son dos actividades similares, sin embargo, mientras que navegar es algo más aleatorio aunque se trata también de una actividad cognitiva, la búsqueda suele obedecer a un plan o a objetivos concretos. E. Carmel y otros, en su artículo Browsing in Hypertext: a cognitive study (Carmel, E. Crawford, S. Chen, H. "Browsing in Hypertext: a cognitive study". IEEE Transactions on Systems, Man and cybernetics, Vol. 22, Number 5, September/October 1992) distinguen 3 categorías de navegación o lectura de hipertextos:

  • Navegación de sondeo (scan browsing): el lector busca información interesante sin ningún objetivo predeterminado.
  • Navegación de revisión (review browsing): el lector busca información con objeto de revisar e integrar un tema particular.
  • Navegación de búsqueda (search-oriented browsing): el lector busca información según un plan u objetivo para encontrar la información relevante a un tema en particular.

En el mundo impreso ha habido pocas modificaciones en las tradicionales formas de lectura en el transcurso de estos últimos siglos, a pesar de que a lo largo de la historia siempre ha habido intentos de romper la linealidad del texto y numerosos autores han tratado de ofrecer nuevas experiencias visuales para el lector y nuevas posibilidades de presentación y lectura más allá de las limitaciones que imponía la página impresa.

La aparición del hipertexto ha supuesto la culminación de todos estos intentos de trascender el soporte papel y la secuencialidad que éste imponía para ofrecer nuevas dimensiones. De esta forma, la supremacía del libro entendido como mejor soporte para fijar la información ha sido puesta en cuestión por la concreción material del hipertexto a través de la digitalidad y la informática y, sobre todo, a través de la conectividad que proporcionan los enlaces y el acceso inmediato por medio de la red.

He aquí un ejemplo curiosos de "tecnología punta" que, por un momento, nos hace dudar de que el libro sea el soporte ideal para la lectura. Se trata de una herramienta que permite leer ¡con una sola mano! Esta "utilísima herramienta" se presenta en la propaganda como un nuevo accesorio para una nueva generación de lectores. La propaganda aduce que el tamaño sí importa, por lo que se ofrece el artilugio en 4 tamaños y en diversos colores.


Fuente: Thumbthing. How it work?: http://www.thumbthing.com/how.htm

La lectura digital tiene uno de sus mayores inconvenientes en la portabilidad, pues se precisan algunos instrumentos electrónicos mediadores para la lectura (ordenador, pantalla y/u otro tipo de dispositivo electrónico). Sin embargo, vemos, que el "volumen" también tiene sus inconvenientes. Bromas aparte, lo que es beneficiosos en un caso, como que el libro sea un objeto tridimensional portable, se muestra inconveniente en otro, ya que la disposición de las páginas, en el caso del libro en papel, no se muestra de forma tan homogénea como permite la superficie plana y uniforme de una pantalla, algo que sí se ha solucionado con los nuevos dispositivos de libros electrónicos que imitan el papel y que utilizan tinta electrónica (como kindle, que aparece en la imagen de la derecha).

A veces se pretende llegar a situaciones intermedias y la lectura digital persigue semejarse a la lectura analógica combinando las experiencias de lectura que proporcionan ambas tecnologías. Por ejemplo, la British Library cuenta con un sistema llamado Turning the pages (volver las páginas), mediante el cual el puntero del ratón se transforma en el dedo del usuario y hay que arrastrar el ratón de un lado a otro tanto para abrir las tapas como para pasar las páginas del libro. De esta forma, se simula que se "hojea" un libro y, verdaderamente, se tiene dicha sensación. Constituye una verdadera delicia pasar las páginas de, por ejemplo el "original manuscrito" de Alicia en el país de las maravillas o el mismísimo Cuaderno de notas de Leonardo Da Vinci. También se puede "ojear" el libro más antiguo del mundo, el Diamond Sutra, impreso en China en 868, y que consta de 7 paneles de papel enrollado sobre dos palos de madera. Los libros se acompañan de una explicación didáctica en texto y/o audio. http://www.bl.uk/onlinegallery/ttp/ttpbooks.html

La lectura hipertextual exige nuevas habilidades, competencias y conocimientos por parte del lector/usuario. Navegar por la información requiere conocer ciertos signos propios de la nueva escritura hipertextual (iconos, cambios del cursor, mecanismos de vuelta atrás, estilos tipográficos, significado de las barras de herramientas, etc.) y conocer el manejo de ciertos dispositivos como el ratón, las barras de desplazamiento en pantalla, etc; así como conocer qué herramientas se deben utilizar para buscar, cómo, cuándo y dónde acceder a un buscador, por qué tipo de buscador optar o cómo realizar las consultas. Los sistemas de navegación han ido poco a poco estandarizando sus herramientas de navegación, exploración y búsqueda, y el diseño de un hipertexto bien construido no confunde, sino que ayuda al lector a moverse por la red hipertextual. En unos pocos años, los lectores han aprendido a moverse por las procelosas aguas de la red. Pero sin duda, además de habilidades técnicas, la lectura hipertextual exige un cambio de mentalidad, una actitud atenta y comprehensiva para organizar y reorganizar constantemente un mapa mental del (hiper)texto que se va construyendo en la lectura, pues es el lector el que se va construyendo el discurso a su medida.

La lectura de un hipertexto es una lectura extensiva, más superficial y horizontal que la lectura de un libro impreso, mientras que la lectura de este último es más pausada, inmersiva, intensiva, en profundidad, vertical de abajo arriba y prolongada en el tiempo. Lo que conduce a este modo de lectura es no sólo la disposición de la pantalla, sino también la abundancia de información, pero una vez que se ha hecho un barrido visual y explorado el espacio de información, la lectura del hipertexto requiere mayor atención -e intención- por parte del lector que la lectura de un texto impreso.

La estabilidad del libro impreso entendido como objeto físico permanente y no dependiente del tiempo pasa a convertirse, en el hipertexto, en un espacio virtual que se hace presente temporalmente. El texto del hipertexto es dinámico, en constante inestabilidad y transformación y su lectura se convierte en un proceso temporal que requiere otros parámetros de acercamiento, atención y comprehensión por parte del lector. En esto, el hipertexto se asemeja más a la cultura oral que a la cultura impresa pues es el lector/oyente quien da significado el texto en el proceso de unir las distintas secuencias -y las intenciones y objetivos- de su lectura. Por medio del hipertexto recuperamos, pues, ciertas características de la cultura oral sin renunciar a la cultura impresa.

El discurso secuencial ha pasado a ser multisecuencial, y el conocimiento se construye no paso a paso como en la cultura impresa, sino como un haz o una totalidad de significaciones. La hipermedia introduce, además, elementos ajenos a la cultural textual y texto, imagen y sonido se funden y confunden en el nuevo hipertexto. En este sentido, el hipertexto se aleja de la linealidad y articulación del pensamiento racional propio de la imprenta y de su segmentación de la realidad para acercarse a la totalización de las imágenes, a la unidad entre contenidos y formas. El hipertexto establece una estrecha relación con los códices medievales por su logografía y caligrafía iluminadas, su iconografía constante, el uso de miniaturas, etc. y también una fuerte relación con los rollos de papiro anteriores a la invención del codex romano en donde las páginas no van cosidas unas a otras, sino que se despliegan.

Los inicios de la escritura pasaron por una fase iconográfica y hoy, con el hipertexto, la escritura y la lectura culminan en otra fase iconográfica. Ver es el sentido humano por excelencia, más que oler o tocar como los animales. La visión y el pensamiento se retroalimentan, la escritura se convierte en un acto racional en donde el símbolo se convierte en signo, pero en la lectura y escritura hipertextuales, el signo vuelve a ser símbolo.
El hipertexto ha cambiado, pues, las formas de escritura y de lectura. Siempre que surge una nueva tecnología se analizan sus implicaciones desde distintas perspectivas: económicas, sociales, culturales, etc. De esta forma, se ha visto al hipertexto como un enemigo del libro impreso y se ha hablado del cambio de racionalidad que supone el paso de una cultura libraria a una cultura digital soportada en las pantallas como si esta última fuera a derribar toda la cultura lograda sobre los cimientos de la imprenta. Lo cierto es que la cultura del hipertexto no viene a sustituir a la cultura del texto, esto es, a la cultura de la imprenta, sino que añade a ésta algunas dimensiones nuevas.

Desde la experiencia del lector, la información ha dejado de ser una cosa física y se ha convertido en una realidad mental, en una espacio nuevo que hay que aprender a construir, explorar, usar y comprender. La sintaxis de esa nueva dimensión es el hipertexto y aprender a leer y escribir mediante enlaces es es una nueva forma de alfabetización enmarcada dentro de una cultura más amplia que es la alfabetización digital.

En los últimos años ha existido un período de adaptación y aprendizaje que se ha producido tanto en los individuos concretos, como en la sociedad en su conjunto, y la lectura hipertextual en pantalla se ha ido consolidado poco a poco hasta convertirse en un proceso casi "natural" de lectura. Son pocos los que reniegan ya de este medio y la lectura hipertextual va ganando adeptos. Curiosamente, las reticencias proceden, casi todas, no del mundo científico, sino del mundo de las humanidades para quienes el libro ha sido hasta ahora un objeto de culto casi sagrado y el autor su máximo pontífice. La razón de este rechazo es, por un lado, la ignorancia y/o fobia tecnológicas y por otro, el miedo a perder esa pequeña o gran cuota de poder que supone considerarse única fuente donde reposa el saber y única fuente de distribución del conocimiento.

El control que hasta ahora tenía el autor sobre el conocimiento y su distribución a través del libro impreso, se diluyen en la maraña de la red y con ellos se esfuma el prestigio y el reconocimiento social que lleva aparejados la "autorictas". En el campo científico esta ruptura ha sido menos desgarradora pues los autores suelen publicar en colaboración y utilizan, en mayor medida que el libro impreso, otro tipo de medios como son las revistas científicas que se han trasladado a la red de forma rápida y nada traumática, aunque su acceso libre también ofrezca reticencias por parte de los editores, pero esta vez por causas crematísticas. También influye el hecho de que, mientras que la investigación y el trabajo dentro del ámbito científico se construye día a día como una labor conjunta, de equipo y colaborativa, en el campo de las humanidades y las ciencias sociales, la investigación y publicación se ha realizado, tradicionalmente, por lo menos en España, de forma individual.

Un libro se puede leer o no leer, pero en un texto abierto a la red, el lector no sólo puede escapar del texto haciendo uso de un enlace externo, sino que también puede relacionarlo con otros textos y contextos escapando al control fijado por el autor. En el hipertexto el lector se independiza del autor, le desobedece, niega su autoridad y busca otros caminos y sentidos no previstos ni fijados por el autor en el texto. Es el lector quien toma el poder. Y este poder se acrecienta y llega a límites insospechados cuando el lector puede usar el texto a su antojo: copiarlo, reutilizarlo, modificarlo, transformarlo, difundirlo, etc.

Si los defensores de la libre expresión en Internet reivindicaban una información sin propietarios bajo el lema "la información quiere ser libre" personalizando el texto con el fin de independizarlo de un autor, no existe proceso comunicativo sin lector. La comunicación no es un proceso mecánico, sino que precisa de un referente humano que sea consciente de lo que significa el mensaje. El mensaje que en el medio impreso era algo totalmente acabado y cerrado y que poseía permanencia y estabilidad, en la red se ha vuelto inestable, cambiante y dinámico. Y la relación inmutable entre emisor-mensaje-lector que se establecía siempre en la misma dirección inequívoca, se ha convertido en un proceso multidireccional donde el flujo de la información fluye en todas direcciones de forma simultánea.

En 1969 Barthes anuncia ya la muerte del autor y el nacimiento del lector. Sin embargo, el hipertexto no conlleva la desaparición del autor ni la destrucción del texto sino que provoca cambios profundos en la concepción de ambos. Un hipertexto es siempre creado por un autor (o varios), pero es el lector el que elige qué enlaces y qué ruta de lectura seguir y quien, por tanto, reconstruye el texto a su medida enlazando textos y fragmentos de texto y conectando autores diversos. Lo que conlleva el hipertexto es la apertura a múltiples lecturas y a dotar de cierta autonomía al lector. Un texto fue escrito en un contexto concreto, pero ahora es el lector el que elige su propio contexto de lectura.

Así pues, todo texto requiere de un lector y un contexto. Daniel Chandler en Texts and the construction of meaning, donde realiza una pequeña adaptación de un capítulo de su libro The Act of Writing (Chandler, Daniel. Texts and the construction of meaning. 1995 (http://www.aber.ac.uk/media/Documents/short/texts.html) resume en estos 3 tipos de posiciones extremas en las teorías que se refieren a la relación entre lectores y textos:

  • Objetivistas: el significado se encuentra en el texto (el conocimiento se transmite)
  • Constructivistas: el significado surge de la interacción entre el texto y el lector (el conocimiento se negocia)
  • Subjetivistas: el significado depende de la interpretación del lector (el conocimiento es re-creado)
Por su parte, José Luis Gómez-Martínez en su excelente artículo Hacia un nuevo paradigma: El hipertexto como faceta sociocultural de la tecnología afirma: "En la modernidad se privilegió al autor, la posmodernidad privilegia al texto, en el discurso antrópico se privilegia al lector". Para este autor, el discurso antrópico es el discurso propio del hipertexto en el cual el referente es el ser humano y el proceso de comunicación es multidireccional: autor ↔ texto ↔ lector. Gómez Martínez habla de un cambio de paradigma en el que el significado reside en el lector y en la apropiación que éste haga del texto. No se trata de un texto con múltiples significados, sino de un lector (o múltiples lectores) que se apropian del texto desde múltiples contextos. Si el discurso moderno privilegiaba al autor y el posmoderno ponía énfasis en el mensaje, el discurso antrópico regresa al referente humano. Este cambio de paradigma supone una transformación tan notable como la que supuso el libro impreso: "El cambio es mucho más profundo. Nos trasladamos de concebir el mundo como realidad estática, a entenderlo como transformación. La lectura, por tanto, ya no trata de encontrar el significado del autor en el texto (aunque no anula esa posibilidad). La lectura ahora es un proceso íntimo en el cual el texto se contextualiza en el devenir del lector. Parafraseando a Antonio Machado diríamos que no hay texto, que el lector hace el texto al leer". (Gómez Martínez, José Luis. Hacia un nuevo paradigma: El hipertexto como faceta sociocultural de la tecnología. http://www.ensayistas.org/critica/teoria/hipertexto/gomez/index.htm)

Pero el hipertexto no sólo exige un cambio de mentalidad para pasar del papel a la pantalla y adaptarse a las interfaces gráficas, sin duda, el lector de hipertextos debe poseer, además, ciertos conocimientos tecnológicos complejos y una serie de habilidades que tienen que ver con el campo de la información y la documentación. Navegar por la Web es similar a recorrer una gran obra de referencia, una enciclopedia universal de textos completos y, en un mar de información, el usuario debe saber no sólo buscar la información, sino también recuperarla y gestionarla para poder hacer una lectura o un uso más pausado y reflexivo en el momento que crea adecuado. Christine A. Barry en su artículo Las habilidades de información en un mundo electrónico (Barry, Christine A. “Las habilidades de información en un mundo electrónico. La formación investigadora de los estudiantes de doctorado”. Traducido por Piedad Fernández Toledo. Anales de Documentación, Nº 2, 1999. Título original: “Information skills for an electronic world: training doctoral research students”, en Journal of Information Science, 23 (3) 1997. http://revistas.um.es/analesdoc/article/view/2731), afirma que las habilidades de información se pueden descomponer en las siguientes fases secuenciales:

  • formular y analizar necesidades
  • identificar y valorar posibles fuentes
  • localizar recursos audiovisuales
  • examinar, seleccionar y rechazar fuentes
  • interrogar a las fuentes
  • procesar y almacenar información
  • interpretar, analizar, sintetizar y evaluar la información recogida
  • presentar y comunicar el trabajo resultante
  • evaluar los logros conseguidos
Para esta autora, es la relación entre el crecimiento de la información y el aumento de tecnología compleja para manejarla, lo que produce este cambio en las habilidades de información. De esta relación emergen 3 grandes categorías de habilidades de información necesarias:

  • Primero, el aumento de la localización, alcance y volumen de información lleva a una creciente necesidad de valorar esa información. Esto incluye la evaluación de la calidad, el filtrado y eliminación de información excesiva, y la mayor concreción hacia necesidades específicas.
  • En segundo lugar, existe la necesidad de adquirir conocimiento de las diversas fuentes y habilidades para manejar la compleja tecnología dentro de la cual se encuentra inmersa la información. (Ésta en particular es resultado de las limitaciones de las interfaces existentes. Una vez que las interfaces amigables para sistemas múltiples sean realidad, y los programas de búsqueda se aproximen más al lenguaje natural, la complejidad se reducirá).
  • En tercer lugar, están las habilidades lógicas y lingüísticas necesarias para formular necesidades de información y hacerlas explícitas de una forma comprensible por los sistemas TI, y también para leer, descodificar, e interpretar la información electrónicamente obtenida. Como resultado, las habilidades de información necesarias para navegar con éxito por el mundo electrónico y recuperar la información óptima han cambiado tanto de forma cualitativa como cuantitativa.
Sin duda, las virtudes del medio hipertextual sobre el medio impreso se deben, fundamentalmente a cuatro aspectos diferenciados: la rapidez en el acceso a la información, la disponibilidad de una enorme biblioteca universal de acceso libre, la posibilidad de buscar de forma directa la información que se precisa y, en último término y no menos importante, el hecho de que la Web no sólo es un espacio de información, sino también un lugar para la interacción.

La interacción se puede entender en dos sentidos diferenciados: por un lado, como sinónimo de participación en relaciones comunicativas establecidas entre las personas, donde es corriente utilizar la voz interactuar en lugar de conversar, dialogar, colaborar, votar, etc. Y por otro, como la relación que se establece entre los seres humanos y las máquinas, esto es, el método por el cual un usuario se comunica con el ordenador a través de la interfaz gráfica del hipertexto.

En este segundo sentido, a menudo se confunde la interactividad con conectividad. Navegar por un hipertexto, seleccionar un enlace y hacer clic con el ratón no es propiamente interactividad, aunque navegar ya implique un grado de interactividad mayor que una lectura secuencial en los soportes tradicionales como son el papel o la película y las posibilidades de navegar por una biblioteca completa como es la Web supone aumentar las posibilidades de lectura hasta un grado antes inimaginado.

Sin embargo, dentro de un hiperdocumento, las posibilidades de navegación vienen determinadas por el diseño que el autor del hipertexto haya previamente fijado y el usuario puede elegir únicamente entre las opciones que se le presenten. La elección de poder moverse y saltar de un lado a otro del hipertexto, supone un grado muy bajo de interactividad.

El hipertexto no es una mera forma de creación de documentos y de presentación y navegación por la información, es una estructura mucho más compleja que se sustenta sobre elementos de muy distinto signo y que deben conformar un todo integrado que tenga en cuenta la estructura interna de la información, su estructura externa, la estructura inmediata de presentación de la información, el contexto físico y psicológico y las posibles necesidades del usuario, etc. Por tanto, el diseño navegacional juega un papel fundamental ya que la organización del espacio de navegación ayuda al usuario a recorrer la información o a ir directamente a la información que requiera.

La interfaz es todo aquello con lo que interactuamos para lograr efectuar alguna acción en un sistema y es, por tanto, la interfaz de usuario, la que permite que el usuario se comunique y dialogue con el hipertexto. Se trata pues, de una especie de cuadro de mandos para que el lector tome el control. Al diseñar la interfaz de un hipertexto hay que tener en cuenta tanto el tipo y características de los posibles usuarios, las facilidad de aprendizaje y uso, su accesibilidad, etc. y muchas otras tareas que tiene que ver con lo que se ha venido en denominar usabilidad.

El término control es una de las claves para definir la interactividad, más allá de la simple navegación se trata de que el usuario tenga verdadero control sobre determinadas acciones. Un hipertexto bien diseñado permitirá una mayor interactividad para que el usuario no sólo se mueva por el hipertexto, navegue por la información y explore distintas rutas, sino que le ofrezca la posibilidad de visualizar información multimedia en el momento que desee, hacer búsquedas directas, encontrar información relacionada y recuperar la información atendiendo al establecimiento de filtros y adaptaciones personalizadas que el propio usuario pueda establecer, etc. Todas estas cualidades son las que conducen a que el lector de un hipertexto pase a denominarse, con toda propiedad, usuario. Vemos que el hipertexto entendido como una nueva tecnología, ofrece muchas más funcionalidades y posibilidades de interacción que las tecnologías simplemente digitales, y aun mucho mayores que cualquier tecnología analógica.

A la conectividad del texto se une la conectividad de los sujetos que intervienen en la comunicación. En este sentido, la Web no es sólo un espacio de información, sino también un espacio de interacción entendida como comunicación entre seres humanos. La Web se ha convertido en un ágora electrónica, una plaza pública y un territorio virtual donde se desarrollan miles de conversaciones en distintos medios: foros, chats, intercambio de correos, cruce de mensajes, etc. y con distintos actores. Esta comunicación puede ser bidireccional uno a uno (emisor ↔ receptor) o multidireccional (emisores ↔ receptores) y puede ser instantánea al desarrollarse en línea o dilatada en el tiempo (como en el caso de las listas de distribución a través del correo electrónico). Esta posibilidad que brinda la red ha hado origen a nuevas formas de autoría colaborativa y a que en la red, las audiencias de los medios ya no sean tan pasivas como en el medio impreso. El lector o los lectores no sólo pueden establecer contacto con los autores y conversar con ellos a través del correo electrónico, sino que pueden hacer sus comentarios en la red.

El hipertexto adquiere así una dimensión social nueva y no sólo permite la creación y mantenimiento de comunidades y redes sociales de todo tipo en línea, sino que está dando forma nueva a viejos medios de expresión como la prensa. Los blogs, que nacieron como un medio de expresión y edición personal y que dieron un aire nuevo a las noticias, permiten ahora los comentarios en línea por parte de los lectores y se crea así una nueva forma de periodismo abierto y participativo en donde los lectores se involucran en el proceso informativo haciendo comentarios y anotaciones. Muchos sitios web tanto de personas o empresas como de medios de comunicación, permiten al lector iniciar un debate o participar en una discusión en línea, añadir contenidos y enlaces mientras se lee, etc.

El periodismo participativo es un fenómeno nuevo que se produce de la base hacia arriba y es el resultado de muchas conversaciones simultáneas y distribuidas a lo largo de la Web. Los lectores pasan a ocupar un papel activo en el proceso de suministrar información.

Fuente: Shayne Bowman y Chris Willis. Nosotros, el medio. http://www.hypergene.net/wemedia/images/uploads/compare_esp.gif

Y en la red no sólo se desarrollan nuevas formas de periodismo participativo a través de los blogs o el establecimiento de foros y debates en los medios tradicionales trasladados a la red, también se crean comunidades en línea y redes sociales agrupadas tras los más diversos intereses y surgen proyectos conjuntos de colaboración a través del desarrollo de nuevas herramientas y tecnologías como los wikis que permiten agrupar una red social de autores y lectores para crear proyectos colaborativos en línea tales como enciclopedias, diccionarios, repositorios de documentos de acceso libre, etc. La llamada Web 2.0 crece exponencialmente y los sitios más visitados y usados en la red son los que permiten la colaboración de los lectores/usuarios tales como Blogger, Bloglines o Tecnhorati para guardar y compartir blogs, Flick para compartir fotos, del.icio.us para guardar y compartir favoritos o YouTube para almacenar y compartir vídeos, etc. Además, estos servicios colaborativos cuentan con otras herramientas que han permitido el paso de la clasificación personal al etiquetado social por medio de etiquetas o tags creadas en colaboración y que han desarrollado una nueva forma de indización de documentos llamada folksonomías o etiquetado social.

En la red ya no se habla de publicar, sino de participar y una nueva generación de documentos web nace con la intención de convertirse en documentos dinámicos permitiendo al lector participar haciendo comentarios y anotaciones, iniciar una discusión, añadir contenidos o agregar enlaces de sus favoritos mientras lee, etc.

Desde los inicios del hipertexto a través de los sistemas de gestión independientes era corriente la autoría múltiple y muchos sistemas permitían las anotaciones y comentarios críticos de los lectores. Muchas de estas herramientas se emplearon en el ámbito educativo para establecer un contacto más estrecho entre profesores y alumnos y para que los lectores pudieran establecer un contacto directo con el texto ya que podían "manipularlo" estableciendo relaciones, añadiendo comentarios críticos, etc. La Web, con su acceso universal en línea potencia esta tendencia y ofrece nuevas posibilidades permitiendo que los contenidos dinámicos sean creados y distribuido "en vivo" a través de Internet.
El marco de la pintura se ha convertido hoy en un monitor de ordenador, una pantalla que separa el mundo de su representación y/o abstracción. Sin embargo, tras la pantalla también se crea un mundo nuevo real y virtual de informaciones y relaciones humanas que puede ser desplegado a través de las múltiples ventanas del hipertexto .

María Jesús Lamarca.

NOTA. Este artículo ha sido extraído de mi tesis doctoral defendida en la Universidad Complutense de Madrid: Lamarca Lapuente, María Jesús. Hipertexto, el nuevo concepto de documento en la cultura de la imagen. Madrid, 2006.